Leyendo a G.E. Moore

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Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

miércoles, 15 de abril de 2015

Ils ont tenu (I)

Ils ont tenu “Han aguantado, han resistido, se han mantenido firmes, erguidos sobre sus ideas, apoyados en sus convicciones políticas”. Así se refiere Annie Kriegel, a los socialistas franceses que resistieron el tsunami leninista de la III Internacional, en el Congreso de Tours en Diciembre de 1920; a los socialistas que se quedaron, como dijo Blum, en la vieille maison para conservarla. Me encontré con esa poética referencia de Kriegel el otro día, en el Prefacio que escribió a la tesis doctoral de Tony Judt “La Reconstruction du Parti Socialiste 1921-1926”.
Tony Judt, de padres judíos, nació en Londres el 2 de Enero de 1948, y murió en Nueva York, de ELA, el 6 de Agosto del 2010. Se formó como historiador y politólogo (aunque a él le gustaba definirse sólo como historiador pleno) en Cambridge y en la Ensup (École Normal Supérieure) de París. Llegó a ser uno de los mayores expertos en la historia de la izquierda francesa y, posteriormente, en la de los países de Europa Oriental y Central. Su tesis doctoral sobre la crisis y recuperación del partido socialista francés (la SFIO, Section Française de l’Internationale Ouvrièr) que termina con esta bonita frase: “la historia de los orígenes reiniciados”, se convirtió en todo un clásico. Especialmente porque fue escrita a comienzos de los 70, años en los que el socialismo parecía haber llegado a su final. El comunismo, entonces, parecía ocupar el lugar central, el presente y el futuro, de la izquierda. Tanto en Francia, como en Italia y en España (en la clandestinidad) el comunismo se presentaba como el vencedor de la historia: el socialismo parecía haber perdido en todas partes, con excepción del Norte de Europa. Pero a Judt no le interesaban los ganadores, y esta cualidad en aquellos tiempos, fue apreciada como encomiable en un historiador serio, por algunos de sus pares (Annie Kriegel y Raymond Aron entre otros; aunque no por el maestro de los historiadores marxistas Eric Hobsbawm).
En su Congreso de Tours, en Diciembre de 1920, el partido socialista francés sufrió una terrible crisis: la inmensa mayoría de sus militantes lo abandonaron, para fundar el Partido Comunista Francés (según algunas fuentes, de 131.000 militantes sólo 9.000 permanecieron en la vieille maison, aunque otras fuentes hablan de 30.000; y sólo el grupo parlamentario permaneció relativamente intacto). En 1926, sólo cinco años después del desastre, el Partido Socialista SFIO estaba de nuevo en pie, reconstruido y sólido. Por qué sobrevivió al cisma, y cuáles fueron las causas y circunstancias de su recuperación, son los puntos a los que pretende responder la tesis de Judt.
En su congreso nacional de 1919, ya se produjo un intenso debate en la SFIO sobre sus relaciones con la II Internacional (la Internacional Socialista) y la revolución rusa de 1917. En el año posterior a este congreso, dos factores contribuyeron a empujar al partido más hacia la izquierda. El primero fue su seria derrota electoral en las elecciones de Noviembre de 1919 (las primeras tras la Primera Guerra Mundial) que contribuyó a desacreditar la postura de la “revolución por medios democráticos” que mantenía la dirección del partido. La triunfante revolución de los bolcheviques en Rusia, hizo que muchos militantes comenzaran a interpretar los métodos y posturas políticas de la SFIO como algo ya viejo y anticuado. El segundo factor fue el rapidísimo aumento de militantes, que había experimentado el partido después de la guerra (había pasado de 34.063 miembros a 133.327). Entre los nuevos adherentes había muchísimos jóvenes. El fracaso electoral de Noviembre de 1919, la actitud impaciente de los neófitos, y el viento que soplaba desde Rusia, fueron factores que empujaron al partido mucho más a la izquierda. Todo ello a pesar de que nadie sabía bien, que era lo que estaba pasando en Rusia. En Francia, como en otras partes, la izquierda aún tenía una idea equivocada de la naturaleza de la revolución leninista. Para los sindicalistas, el eslogan “todo el poder para los soviets”, era el eco de sus propias posiciones antipolíticas. Incluso el centro de la SFIO interpretaba lo ocurrido en Rusia, como la realización de su ideal socialista. Para muchos militantes, la atracción ejercida por la III Internacional (recién fundada por los comunistas rusos) era muy fuerte. En su seno se realizaría su esperanza de una subversión y un cambio inminente, que pondría fin a los sueños fútiles de una revolución mediante elecciones y reformas. Curiosa o irónicamente, el leninismo atraía sobre todo a los sectores de izquierda menos familiarizados con el marxismo tradicional o “guesdista”. Y, a la inversa, muchos de los que se opusieron a la III Internacional, entre los cuales se encontraba el propio Jules Guesde, formaban parte de la izquierda marxista tradicional del partido. Pero todo eso no era óbice para que la gran mayoría de los nuevos y jóvenes militantes, en su “inocencia” política relativa, fueran manifestando un gran resentimiento respecto a la vieja guardia del partido.
Leon Blum
Pero a medida que se aproximaba la fecha del Congreso de Tours, cada vez más dirigentes de la SFIO iban expresando sus dudas respecto a la adhesión a Moscú. León Blum, personaje progresivamente destacado en el partido, desde su elección a la Cámara (la Asamblea Nacional) en 1919, adoptó ya una postura clara contra la III Internacional. Su actitud se basaba, en parte, sobre el rechazo de la doctrina leninista. Pero igualmente sobre el serio resentimiento que suscitaba entre los socialistas franceses, las declaraciones de los rusos concernientes a la necesidad de “expulsar” del partido, a los dirigentes “indeseables”. Y finalmente se oponía a las 21 famosas condiciones impuestas por Zinoviev y Lenin, que tenían como objetivo someter a los partidos socialistas nacionales, al control y a la política de la III Internacional. Y este fue el punto decisivo que provocó la escisión en la SFIO.
En Tours los debates fueron intensos y desagradables, pero no existió, en ningún momento, duda alguna sobre los resultados de la votación final. La actitud y los telegramas de Zinoviev, sobre la necesidad de excluir a la derecha, el centro y los “oportunistas” (entre los cuales incluía a Jean Longuet, nieto de Marx) hicieron que la escisión fuera inevitable. Durante el Congreso se presentaros muchas mociones y contra mociones. Pero la moción final, a favor de la adhesión total y sin condiciones a la III Internacional, fue aceptada por 3.247 mandatos contra 1.398. Y los perdedores abandonaron el Congreso. El Partido Comunista Francés había nacido.

Palma. Ca’n Pastilla a 31 de Marzo del 2015.

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