Desde muy jovencito, soy un voraz consumidor de biografías y autobiografías. De manera que, modestamente, me considero un “connaisseur” de este género, parte de los libros sobre historia (dejando para otro día el debate sobre la influencia, mayor o menor, de los personajes en el desarrollo de la historia, frente a las clases sociales, las estructuras económico-sociales, los pueblos… etc.).
Así de corrido y de memoria, recuerdo un buen puñado de las que más me gustaron:
Biografías. “Churchill” de Roy Jenkins. “Hannah Arendt” de Laura Adler. “Bismark” de Emil Ludwig. “Gerald Brenan. El Castillo interior” de Jonathan Gathorne-Ardy. “Isak Dinesen” de Judith Thurman. “Albert Camus” de Herbert R. Lottman. “Bruce Chatwin” de Nicolas Shakespeare. “Mendes France” de Jean Lacouture…
Autobiografías. “Tan lejos, tan cerca” Adolfo Marsillach. “Memorias” J.K. Galbraith…
Como puede comprobarse en este no largo listado, se confirma lo que he dicho alguna que otra vez: el mejor género biográfico, pertenece a los británicos.
Esta biografía de Iceta no figura, a mi entender, entre las mejores. Además está escrita mediante el método del “flash-back”, tan de moda en el cine, la televisión y, también, en la literatura. Pero me parece que la analepsis en la biografía, no es el sistema más apropiado, prefiero la típica narración cronológica. Por ejemplo en esta de Iceta, incluso para alguien que ha vivido los hechos de cerca como yo, con frecuencia cuesta entender en que momento nos encontramos. Y a quien no conozca bien la historia del PSOE y del PSC, en los últimos cuarenta años, le costará, a veces, entender el porqué de ciertos posicionamientos de los actores. Pero bueno, me ha encantado leerla por varios motivos extra literarios.
En primer lugar me ha proporcionado momentos de intensa “saudade”. Dice Iceta que las primarias Almunia/Borrell de 1998, fueron su primer bautismo de fuego. Y para mí fue la última batalla política, librada desde la primera línea de fuego. Unos llegaban, otros se retiraban. A muchos veteranos, las primarias de este año de Susana/Pedro, nos han retrotraído, casi en vivo y en directo, a aquellas primeras de 1998. Igual que hace unos meses, en aquel entonces muchos militantes también entendimos, que la candidatura de Almunia (buen amigo mío) no era el revulsivo que el partido necesitaba. Así que nos lanzamos con ilusión, a pelear una batalla de solos contra todos. Contra el aparato, contra los medios (todavía exclusivamente de papel), contra los poderes económico-financieros… Desde Ferraz nos cedieron un pequeño local, propiedad del partido, en la calle Zorrilla, al que los catalanes comenzaron a llamar “la guineueta” (diminutivo de zorra).
Borrell se rodeo de un grupo de militantes variopinto, liderados por Luis Yáñez (un veterano que ya figuraba en la famosa “foto de la tortilla” en Puebla del Río, pero siempre un “verso suelto” en el partido). Miquel Iceta se encargó, entre otras múltiples actividades, de crear algo tan novedoso, al menos para mí en aquel tiempo, como la página web del candidato y el correo electrónico. En aquel local tuve muchas horas de charla y debate con Luis y Miquel. Pero también con Cristina Narbona, Manu Escudero y Elena Valenciano (que fue quien me ficho, para dirigir la campaña en Baleares). Comenzamos a poner en marcha todo aquello, y se fue generando un entusiasmo extraordinario. Hubo una especie de sentimiento colectivo de ilusión, de que el partido volvía a ponerse en marcha, de que el PSOE demostraba con hechos, ser el partido más democrático de España.
En esta biografía de Iceta, he conocido en mayor profundidad, cosas que sólo sabía superficialmente: los líos internos del PSC, las luchas interminables, entre los líderes históricos catalanistas procedentes de la burguesía, y los llamados Capitanes, dirigentes de las federaciones metropolitanas y alcaldes de grandes pueblos, de cultura obrera. Y también de las enrevesadas negociaciones, que llevaron a la redacción del nuevo “Estatut de Catalunya”, el que, después de ser votado por la ciudadanía, viose mutilado de gran parte de sus artículos por el Tribunal Constitucional.
Igualmente he descubierto, y otras confirmado, muchas experiencias personales y visiones políticas, coincidentes con las de Miquel. Por ejemplo su experiencia universitaria, de la que cuenta que en la facultad, toda la gente que se movía estaba a su izquierda, que los del PSUC (los comunistas de siempre) eran de hecho los moderados, todos los demás eran de grupos y partidos trotskistas y maoístas. Yo ya he escrito con frecuencia, como en la Facultad de Económicas de la Complutense, todo el mundo me consideraba un burgués reaccionario y un cerdo socialdemócrata.
Iceta explica porqué, después de las segundas elecciones con Pedro Sánchez – igual que yo – era más partidario de unas terceras elecciones, antes de permitir la investidura de Rajoy mediante nuestra abstención.
En otro momento, Miquel expresa su aversión por el adanismo, por esa ilusión de crear cada día el mundo de nuevo. “Cuando tienes un Estatut, lo que tienes que mirar es si algo ha funcionado mal, revisarlo; si algo no estaba previsto, incorporarlo. Pero ¿hacerlo de nuevo? Empezar todo de cero, sin tener en cuenta lo que se ha hecho antes, es algo a lo que le he cogido una aversión extrema”. Y recuerda unas palabras de Felipe González: “Algo tan serio como Cataluña no se inventa. Cataluña ya está inventada. Y cuando se quiere construir algo sólido, debe hacerse respetando los cimientos”.
También afirma en otra página Iceta: “A mi me incomoda mucho, cuando las cosas se presentan diciendo o blanco o negro, o bien o mal”.
Y sí, todos los militantes del PSOE y PSC deberían leerse esta biografía. Está llena de lucidez y sensatez políticas.
Pues eso.
Palma. Ca’n Pastilla a 26 de Noviembre del 2017.
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