Muchos siglos más tarde, Thomas Jefferson – en un comunicado a la Convención de Virginia de 1744 que, en muchos aspectos, fue una anticipación a la Declaración de Independencia – había declarado que “nuestros antepasados”, al abandonar los “dominios británicos de Europa”, ejercieron “un derecho que la naturaleza ha conferido a todos los hombres… de establecer nuevas sociedades, bajo las leyes y estatutos que estimen más convenientes, para promover la ‘felicidad pública’”. Si Jefferson estuvo en lo cierto, los colonos debieron ser movidos, incluso entonces, por una especie de insatisfacción con los derechos y libertades de los ingleses, estimulados por el deseo de hallar un tipo de libertad, de la que los “habitantes libres” de la madre patria no gozaban. A esta libertad la llamaron más tarde, cuando ya gozaban de ella, “felicidad pública”, y consistía en el derecho que tiene el ciudadano a acceder a la esfera pública, a participar del poder público – a ser “partícipe en el gobierno de los asuntos”, según una notable frase de Jefferson – como un derecho distinto de los que normalmente se reconocían a los súbditos, a ser protegidos por el gobierno en la búsqueda de la felicidad privada. El hecho de que la palabra “felicidad”, fuese elegida para fundar la pretensión a participar en el poder público indica, sin lugar a dudas, que existía en el país, con anterioridad a la revolución, algo parecido a la “felicidad pública”, y que esos hombres sabían que no podían ser completamente “felices”, si su felicidad estaba localizada en la vida privada, única esfera en la que se podía gozar de ella.
![]() |
René Char y Albert Camus |
Recordemos que la tiranía, según terminaron por entenderla las revoluciones, era una forma de gobierno en la que el gobernante, incluso aunque gobernase de acuerdo a la leyes del reino, había monopolizado para sí mismo el derecho de acción, había relegado a los ciudadanos de la esfera pública a la intimidad de sus hogares, y les había exigido que se ocupasen de sus asuntos privados. En otras palabras, la tiranía despojaba de la felicidad pública, aunque no necesariamente del bienestar privado.
Hacia el final de su vida, Jefferson concluía una carta a Adams (su duro adversario de toda la vida y, sin embargo, amigo) con estas palabras: “Quizá nos encontremos de nuevo en el Congreso, junto a nuestros antiguos colegas, y recibamos con ellos la fórmula de aprobación ‘Bien hecho, funcionarios fieles y bondadosos’”. A mi modo de ver, estas palabras, aun en su ironía, expresan la cándida admisión de que la vida en el Congreso, las alegrías de los discursos, de la legislación, de la transacción, de la persuasión, del propio convencimiento… “la felicidad pública”, constituían en no menor medida para Jefferson, un goce anticipado de una eterna bienaventuranza futura, lo que la contemplación había representado para la piedad medieval.
![]() |
Thomas Jefferson |
Y finalmente, ya más en nuestra época, el poeta René Char, probablemente el más leído de cuantos escritores franceses, se unieron a la Resistencia frente a los nazis, durante la Segunda Guerra Mundial, también nos habla del tema de la “felicidad pública”. Su libro de aforismos “Feuillets d’Hypnos” (París 1946) es una anticipación francamente pesimista, de la ya próxima liberación de Francia. De su lectura deducimos que sabía bien, al menos en lo que a él atañía, que se trataría no sólo de la liberación bien recibida de la ocupación alemana, sino también de la liberación de la “carga” de los asuntos públicos. Significaría regresar de nuevo al “épaisseur tiste” de sus vidas y ocupaciones privadas. “Si sobrevivo – escribe – sé que tendré que prescindir, de la fragancia de estos años fundamentales, que tendré que renunciar (no reprimir) a mi tesoro”. Para él el tesoro era haberse “encontrado a sí mismo”, no tener que dudar más de su propia “sinceridad”, no necesitar de máscara ni ficción para presentarse en público, poder presentarse ante los demás y ante sí mismo como era en realidad, poder, en fin, soportar “su propia desnudez”.
Pues eso.
Palma. Ca’n Pastilla a 7 de Abril del 2018.
No hay comentarios:
Publicar un comentario