Leyendo a G.E. Moore

Leyendo a G.E. Moore
Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

lunes, 16 de julio de 2018

TRUMP Y EL COMERCIO

En estos días en que el Presidente Trump, anda por ahí torpedeando todos los tratados comerciales, con China, con Canadá, con Europa… y veremos cual es el próximo que sufre sus iras nacionalistas; he releído algunas páginas de “La riqueza de las naciones”, la gran obra de Adam Smith, que en su día me estudié en mis años universitarios, en la Facultad de Económicas de la Complutense.
Como es conocido, la idea central de “La riqueza de las naciones” es la defensa del librecambio, idea que David Hume también había adelantado, y que puede que, dada su íntima amistad, hasta sirviera de inspiración para Smith. Lo que hoy conocemos como “mercantilismo”, política dominante en aquella época, fue el principal oponente dialéctico en la obra de Smith. El otro “sistema de economía política” que Smith criticó en su libro, fue el de los fisiócratas.
En el siglo XVIII, la mayoría de políticos, mercaderes y economistas, pensaban que el oro y la plata, eran la fuente fundamental del poder de las naciones, así que estas debían buscar un superávit comercial, para acumular la máxima cantidad posible de estos metales. Smith explicó que, de acuerdo con estos supuestos, “las naciones han asumido que su objetivo, consiste en arruinar a los países contiguos”. El comercio era visto, como una forma diferente de hacer la guerra, y el arma clave era la intervención del Gobierno en la economía: aranceles a las importaciones, primas a las exportaciones, autorización de monopolios, y prohibiciones al comercio, a fin de proteger o estimular la industria nacional.
Uno de los propósitos elementales de Smith en “La riqueza de las naciones”, era atacar esta perspectiva y los errores y prejuicios en que se basaba. Difería su mentalidad de la de los mercantilistas, pues para Smith el comercio no era un juego de suma cero: las ganancias de Francia, no se traducían en pérdidas para Gran Bretaña, sino todo lo contrario. Ambas naciones se podían beneficiar del comercio entre ellas. Según su opinión, la idea de que el comercio es una contienda, en la que una de las partes siempre sale perdiendo, emana principalmente de “un prejuicio y una animadversión nacionalista” e infantil, aunque los intereses privados de los mercaderes la refuerzan.
En “Discursos políticos”, Hume había adoptado una perspectiva igual de cosmopolita, e iteró la premisa en un ensayo añadido en 1758, titulado: “Sobre la envidia del comercio”. En contraposición con la “visión cerrada y mezquina”, que lleva a las naciones “a observar con suspicacia el progreso foráneo, y a considerar rivales a todos los Estados comerciantes”, Hume expone, tal y como hizo Smith más adelante, que si una nación tiene socios comerciales prósperos, sale ganando, no perdiendo. Al fin y al cabo, cuando a nuestro socio comercial le va bien, tiene recursos para comprar nuestros bienes, y podemos sacar partido de sus inventos y de sus avances.
Por todas esas anteriores razones, al final de su ensayo, Hume proclama sin rodeos que no sólo como persona, sino también como británico, reza – sí, reza, él tan irreligioso – para que a Alemania, España, Italia e “incluso Francia”, les vayan bien las cosas.
Respecto a las causas de la riqueza, Smith opina que la clave de la prosperidad, no es tener una balanza comercial positiva, como aseguraban los mercantilistas, sino dividir el trabajo. Por consiguiente, dado que la división del trabajo está restringida por los límites del mercado, el librecambio doméstico e internacional, aumenta la prosperidad general. Hume, por su parte, había planteado un argumento más o menos parecido. Sostenía que la prosperidad deriva en gran medida, de la productividad de los ciudadanos, y que las políticas librecambistas, eran la mejor manera de conseguirla.
Por supuesto, ni Hume ni Smith eran fundamentalistas del libre mercado. De hecho, ambos destacaron la necesidad de que el Gobierno fuera lo bastante fuerte, para mantener el orden y garantizar el juego limpio; precisamente, la falta de éste había sido lo que había convertido la era feudal, en un espectáculo tan esperpéntico.
“Discursos políticos” de Hume, fue una de las primeras grandes obras en arremeter contra el mercantilismo, e interceder a favor del librecambio. Y está claro que sirvió, para allanar el terreno de “La riqueza de las naciones” de Smith.
¿Alguien le podría explicar todo esto a Trump?
Pues eso.

Palma. Ca’n Pastilla a 11 de Julio del 2018.

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