Leyendo a G.E. Moore

Leyendo a G.E. Moore
Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

lunes, 3 de diciembre de 2018

NO SABEMOS LO QUE NOS PASA

Me decía hoy un amigo: ‘siempre había sido una persona decidida y valiente, pero en estos meses estoy como asustado, no sé que me pasa’. Y entonces recordé las palabras de Ortega y se las repetí: “No sabemos lo que nos pasa, y esto es precisamente lo que nos pasa, no saber lo que nos pasa”.
Estar desorientado, “dépaysé” como dicen los franceses. Tal es siempre la sensación vital, me parece, que nos invade en las crisis históricas. Es como una sensación de hallarse en la divisoria de dos formas de vida, de dos mundos, de dos épocas. Como la nueva forma de vida todavía no ha florecido, aún no es lo que va a ser, sólo podemos buscar alguna claridad respecto a ella, respecto a nuestro futuro, volviendo la mirada a la vieja forma de vida, a lo que parece que estamos abandonando. Precisamente porque la vemos, a la vieja forma de vida, conclusa o casi, la vemos con la máxima claridad.
Vivimos originariamente hacia el futuro, disparados hacia él, decía Ortega. Pero el futuros es lo esencialmente problemático, no podemos hacer pie en él, no tiene figura fija, perfil decidido ¿Cómo lo va a tener si aún no es? El futuro es siempre plural, consiste en lo que puede suceder. Y pueden acaecer muchas cosas diversas, incluso contradictorias. De aquí la condición paradójica, esencial a nuestra vida, de que el hombre no tenga otro medio de orientarse en el futuro, que hacerse cargo de lo que ha sido el pasado, cuya figura es inequívoca, fija e inmutable ¿Deformación de un licenciado en historia? Explica Mark Lilla en “La mente reaccionaria”, que la esperanza puede verse decepcionada, pero la nostalgia es irrefutable. Atentos, porque no es lo mismo hacerse cargo del pasado, que la pura nostalgia.
Libros de historia
Precisamente porque vivir es sentirse disparado hacia el futuro, rebotamos en él y vamos a caer en el pasado, al cual nos agarramos con fuerza, para volver con él, en él, al futuro y realizarlo. El pasado es la única despensa, donde encontramos los medios para hacer efectivo nuestro futuro. Tengamos siempre presente, que no recordamos nunca porque sí. Con frecuencia insiste Ortega, en que nada de lo que hacemos en nuestra vida, lo hacemos porque sí. Recordamos el pasado “porque” esperamos el futuro y en vista de él. Aquí tendríamos el origen de la historia. El hombre hace historia porque ante el futuro, que no está en su mano, se encuentra con que lo único que tiene, que posee, es su pasado. Sólo de él puede echar mano: es como la pequeña nave en que se embarca hacia el inquieto porvenir.
Si hoy nos encontramos con el agrio aspecto de nuestra realidad, de nuestra circunstancia habría dicho Ortega, no es por casualidad, sino “porque” la vida Moderna fue como fue y ésta, a su vez, lleva dentro de sí el Renacimiento, que fue tal porque la Edad Media vivió como vivió, y así sucesivamente hacia atrás. Nuestra situación actual es el resultado de todo el pretérito humano – nada surge espontáneamente, nos explica el gran historiador John H. Elliot - en el mismo sentido en que el último capítulo de una novela, no se entiende si no se han leído los anteriores. Y es muy posible que una de las causas, que producen la grave desorientación respecto a sí mismo, en que hoy se halla el hombre, sea el hecho de que en las últimas generaciones el hombre medio, que sabe tantas cosas, no sabe nada de historia.
Ortega y Gasset
Con frecuencia, hasta donde alcanzo, Ortega ha escrito que el tipo de hombre que en el siglo XVIII o XVII, correspondía a lo que hoy es nuestro hombre medio, sabía mucho más de historia que el hombre actual. Por lo menos, conocía la historia griega y la historia de Roma, y estos dos pretéritos servían de fondo y daban profunda perspectiva a su actualidad. Pero en estos días, me temo, el hombre medio se encuentra, por su ignorancia histórica, casi como un primitivo, como un primer hombre, y de aquí – aparte otras cosas – que, en efecto, dentro de su alma vieja e hipercivilizada, broten de pronto, inesperados modos de salvajismo o de barbarie. “No recuerdan a Franco; no recuerdan la Guerra Civil; no recuerdan la Transición. De hecho tienen muy poco sentido de la Historia”, decía el otro día Elliot refiriéndose a las nuevas generaciones.
Tampoco es necesario darle muchas vueltas: la realidad radical es nuestra vida, y ésta es como es, tiene la estructura que tiene, porque las anteriores formas de vida fueron tales y como fueron, en línea concretísima de destino único. Por eso no se puede entender rigorosamente una época, si no se entienden todas las demás.
El destino humano es una especie de melodía, en la que cada nota tiene su sentido musical, colocada en su sitio entre todas las demás. Por eso la canción de la historia, sólo tiene sentido cantada entera. Es incomprensible a base de tuits inconexos. “La historia es sistema”, un sistema lineal tendido en el tiempo. La serie de las formas de vida humana que ha habido, no son tantas, no son infinitas, tantas como generaciones diría Ortega, unas cuantas precisas y determinadas, que se suceden unas a otras y salen unas de otras.
No perdamos de vista que en la vida humana va incluida toda otra realidad, “la” realidad radical. Y cuando una realidad es “la” realidad, la única que propiamente hay, es, claro está, transcendente. He aquí seguramente por qué la historia – aunque algunos no lo vean o crean así – es la ciencia superior, la ciencia de la realidad fundamental. Ella y no la física.
Pues eso.

Palma. Ca’n Pastilla a 2 de Noviembre del 2018.


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