Leyendo a G.E. Moore

Leyendo a G.E. Moore
Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

sábado, 13 de agosto de 2016

ZAPATERO A TUS ZAPATOS

Creo que toda mi vida he sido aficionado a leer a los analistas políticos, a los filósofos de la política y, como no, a los políticos y estadistas (no son exactamente lo mismo). Entre los analistas me gustaban Maurice Duverger y Raymond Aron (que seguía por la prensa francesa: Le Monde, Le Nouvel Observateur, L’Express…). De los filósofos me leí un montón: Hobbes, Locke, Montesquieu, Rousseau, Tocqueville, Hegel, John Stuart Mill, Marx… etc. Y de los políticos, pues que os voy a decir, casi todos desde mis veinte años: Lincoln, Bismarck, Kennedy (mi madre me regaló una biografía sobre él, antes de que fuera Presidente) Pierre Mendes France, Harold Wilson… etc. etc. etc.
Hasta hace poco, me parece que cada uno de ellos se limitaba a escribir sobre lo suyo, sobre su campo de estudio. Los analistas exponían la situación del momento, tal como la veían, procurando no dejarse influir demasiado por las ideologías. Los filósofos trataban de las ideas políticas, de las formas de Estado, de los distintos regímenes habidos y por haber... Y los políticos, pues de eso, de la política real, práctica, vista desde su ideología. Pero me da la impresión que desde hace poco se están mezclando los campos: los analistas hacen ideología, los filósofos o profesores bajan a la política, y los políticos mezclan las churras con las merinas. Escribí de todo eso hace algo más de una año en mi Blog:
http://senator42.blogspot.com.es/search/label/Analistas%20Fil%C3%B3sofos%20y%20Pol%C3%ADticos
Pero desde entonce me parece, las cosas han ido a peor. En las redes, en la prensa (escrita o digital) y, especialmente, en esas horrorosas tertulias de la tele, todo el mundo habla de lo que sea, por pocos estudios o ninguna información solvente, que tenga sobre el tema. Alguien puede pensar, está en su derecho, que yo soy el primero en cometer el pecado y, por lo tanto, no puedo tirar la primera piedra; ya que teniendo sólo estudios de economía y de historia, algunas veces me lanzo a escribir sobre filosofía. Es cierto, no he cursado estudios académicos sobre la materia, pero sí he leído desde joven, mucha filosofía.
Montaigne en sus “Ensayos”, ya nos advertía de la conveniencia de llevar a nuestros interlocutores, a hablar de aquello que mejor saben (“Baste al marinero hablar de vientos, al labrador de bueyes, y que el guerrero cuente sus heridas, y que el pastor cuente sus rebaños”. Propercio) ya que las más de las veces, ocurre todo lo contrario. Todo el mundo prefiere discurrir del oficio de otro, a hacerlo del propio, pensando así adquirir una nueva reputación. Y lo prueba, dice Montaigne, el reproche que Arquidamo le lanzó a Periandro, que renunciaba a la gloria de buen médico, para granjearse la de mal poeta. Y ver los amplios despliegues que dedica Cesar, a explicarnos sus invenciones para construir puentes y máquinas; y como, en comparación, se vuelve conciso cuando habla de las tareas de su profesión, de su valentía y de la dirección de su ejército. Sus hazañas le acreditan de sobra como excelente capitán, pero él pretende darse a conocer como excelente ingeniero, cualidad un poco distante. Igualmente Dionisio el Viejo era un grandísimo jefe militar, tal como convenía a su fortuna; pero se esforzaba en presentar como mérito principal la poesía, de la que, sin embargo, apenas sabía nada.
También Erasmo de Róterdam, en sus “Adagios”, escribe: “Hay que esforzarse por llevar siempre al arquitecto, al pintor, al zapatero y a todos los demás a su terreno”. Y el gran Horacio dijo: “El holgazán buey anhela llevar la silla; el caballo anhela arar”.
Y Ortega y Gasset, que reflexionó profundamente sobre todo lo divino y humano, nos decía. “Siempre he sido hostil a Platón, porque sostuvo que los filósofos debían gobernar ¿Qué mal habían hecho a Platón, para desearles semejante destino? Preferible es que los filósofos se ocupen sólo en pensar y que, de cuando en cuando, los gobernantes lean lo que los filósofos han pensado, no para hacerles caso - ¡eso de ninguna manera! – sino tan sólo por la vía gimnástica y como puro ejerció”. Lo habitual es que cuando un filósofo pretende ser político, le pase lo que a Platón. Salio ingenuamente a reformar el Estado de Dionisio, y pocos meses después tuvieron que comprarlo en un mercado de esclavos; rescatar su divina persona, caída en tan extrema desventura.
“Vosotros escritores/ escoged materia a la altura de/vuestras fuerzas…” (Horacio. “Arte poética”).
Pues eso.

Palma. Ca’n Pastilla a 2 de Agosto del 2016.

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