Leyendo a G.E. Moore

Leyendo a G.E. Moore
Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

jueves, 30 de agosto de 2018

PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE

Casi cada día, menos los fines de semana en los que nuestros nietos lo revolucionan todo, después de comer, mientras me tomo mi segundo café del día, Marita y yo solemos ver el programa de la 2: “Saber y ganar”. Y hace unos días en el mismo, preguntaron por el “Principio de incertidumbre” de Werner Heisenberg.
Por la noche, en esos minutos que discurren desde que interrumpo la lectura y apago la luz, hasta que el sueño me invade, volví al “Principio de incertidumbre” y, por asociación de ideas, rememoré una anécdota increíble, que viví un verano a los inicios de este siglo, en una de mis frecuentes salidas montañeras a los Pirineos.
Estaba disfrutando de una cerveza y del atardecer, en la terraza del Refugio del Portillón (Jean Arlaud). Este refugio francés es relativamente moderno. Hace no muchos años, a lo que llamábamos Refugio del Portillón los montañeros, era a los antiguos barracones que acogieron a los trabajadores, que edificaron la presa del lago del mismo nombre. Eran un espacio muy austero – por denominarlo de manera amable - sin agua caliente, sin duchas, sin aseos, sin camas (colchonetas en el suelo) y con alguna que otra rata que se paseaba tranquilamente, por los pies de los montañeros. Había pernoctado en él hacía mucho con mi hijo David, que era aún un chavalito, en una de las dos tentativas fallidas de ascender al Perdiguero 3.222 mts. (A la tercera, en Julio del 2008, hicimos cima). Y estaba reflexionando sobre las diferencias entre los antiguos refugios de montaña, y los nuevos construidos desde finales del siglo pasado. Los modernos tienen todas las comodidades de un hotel: agua caliente, duchas, aseos, cómodas habitaciones, comedores amplios (pero estilo self service)… Los fines de semana del verano, se llenan de familias con sus proles, con sus artefactos de música, con sus gritos y carreras… turistas que sólo pretenden pasar un par de días de asueto en plena naturaleza. Los viejos, los antiguos, eran incómodos a más no poder, pero se disfrutaba de una paz increíble. Y todos los que pernoctábamos en ellos, éramos montañeros en busca o de vuelta de algún reto. De manera que en los atardeceres y en las cenas, entre unos y otros se intercambiaba interesante información, se compartían anécdotas increíbles, y se recordaba a los pireneistas más famosos, con los que alguna vez se había coincidido. La añoranza de unos tiempos pasados, el romanticismo desplazado por las comodidades de la modernidad.
Refugio del Portillón (Jean Arlaud).
Pues bien, en esas andaba, cuando una pareja de montañeros franceses veteranos, me pidieron permiso para sentarse a mi mesa (en las otras ya no había sitio). Debían ser un poco mayores que yo, y se trataba de dos profesores de universidad, ya jubilados. Ella se parecía un montón a Lauren Bacall (así que en este relato los llamaré Humphrey o Bogie y Lauren). Bogie había sido catedrático de ciencias, en la Universidad de Aix-en-Provence. Y Lauren profesora, Doctora en Filosofía, en la de Pau (conozco bien esta ciudad y su universidad, de los tiempos en que asistí a sus Coloquios de Historia Contemporánea de España, invitado por mi buen amigo y extraordinario historiador Manuel Tuñón de Lara) Enseguida conectamos muy bien. Eso y el vino, mi bota se acabó y la botella de ellos lo mismo, facilitaron que al poco tiempo, estuviéramos intercambiando ya noticias de nuestras vidas privadas. Y ahí llego la anécdota que siempre he recordado, y quería hoy compartir con los que leen mi Blog.
Hacía ya años, Bogie fue invitado por la Universidad de Pau, a dar una charla sobre “El principio de incertidumbre” de Heisenberg. Y a Lauren le tocó hacer la presentación del invitado. Al ir a comenzar la charla, ya ambos sobre la tribuna, una niñita se acercó a entregar un ramo de flores a Lauren. Ella vestía aquel día una blusa holgada, cuyo escote se ensanchó al agacharse a recoger las flores. Y Bogie desde sus dos metros de altura, dominando perfectamente el panorama, no se perdió detalle y se quedó como petrificado. Al incorporarse, Lauren se dio perfecta cuenta de lo que había pasado, y dibujo una preciosa media sonrisa. Lo cual, confesaba Bogie, aún fue peor, pues aquella sonrisa encantadora - fue como un fogonazo existencial que me llevara a un futuro incierto, dijo - le dejó como hechizado, transportado en ese momento al principio de incertidumbre sobre su futuro. Se produjeron unos minutos embarazosos, porque el conferenciante no reaccionaba, congelado en su ensueño. Por fin despertó Bogie, apartó los folios que había preparado para la charla, e improvisó una nueva. En ella habló y habló, mezclando y relacionando la indeterminación con el erotismo, la incertidumbre con el sexo, la imposibilidad de determinar con precisión el momento lineal con la presencia del amor… Su intervención fue un éxito total. Al final de la misma, todos los oyentes (científicos y filósofos) puestos de pie, aplaudieron fervientemente durante mucho tiempo.
Lauren Bacall
Y como se dice al final de “Casablanca”: ese fue el principio, de algo más que una buena amistad. En aquellos momentos Bogie era viudo. Y Lauren se había divorciado hacía dos años. Cuando Bogie se jubiló se mudó a Pau. Y allí espero sigan aún los dos, disfrutando de la indeterminación cuántica de su amor.
Pues eso.

Palma a 17 de Junio del 2018.

NOTA PARA LOS MENOS VERSADOS:
En 1925, Heisenberg inventa la mecánica cuántica matricial. Lo que subyace en su aproximación al tema es un gran pragmatismo. En vez de concentrarse en la evolución de los sistemas físicos de principio a fin, concentra sus esfuerzos en obtener información sabiendo el estado inicial y final del sistema, sin preocuparse demasiado por conocer en forma precisa lo ocurrido en el medio. Concibe la idea de agrupar la información en forma de cuadros de doble entrada. Fue Max Born quien se dio cuenta de que esa forma de trabajar, ya había sido estudiada por los matemáticos, y no era otra cosa que la teoría de matrices. Uno de los resultados más llamativos es que la multiplicación de matrices no es conmutativa, por lo que toda asociación de cantidades físicas con matrices, tendrá que reflejar este hecho matemático. Esto lleva a Heisenberg a enunciar el Principio de indeterminación.
En mecánica cuántica, la relación de indeterminación de Heisenberg o principio de incertidumbre, establece la imposibilidad de que determinados pares de magnitudes físicas observables y complementarias, sean conocidas con precisión arbitraria. Sucintamente, afirma que no se puede determinar, en términos de la física cuántica, simultáneamente y con precisión arbitraria, ciertos pares de variables físicas, como son la posición y el momento lineal (cantidad de movimiento) de un objeto dado. En otras palabras, cuanta mayor certeza se busca en determinar la posición de una partícula, menos se conoce su momento lineal y, por tanto, su masa y velocidad.


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