Leyendo a G.E. Moore

Leyendo a G.E. Moore
Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

viernes, 12 de abril de 2019

MI AMANTE LA RAZÓN

Me tengo por un insistente amante de la Razón. Esa hermosa dama de difícil acceso y complicada compañía. Fue mi padre en mi niñez, el que primero me habló de ella, describiéndome sus rasgos más elementales. Pero fue en casa de Bertrand Russell, donde la conocí siendo ya un veinteañero ávido de conocimientos. Allí la frecuente durante años. En las últimas décadas del siglo pasado, se mudó a los hogares de Hannah Arendt y Jürgen Habermas. En ellos la sigo tratando con asiduidad. Pero la Razón es una amante casquivana, que con frecuencia te abandona, dejándote acunado en los agradables brazos de sus rivales, la Pasión y la Emoción. Sabe muy bien que volverás a ella, cuando las ensoñaciones de sus rivales, te lleven a darte de narices con la dura realidad.
Mucho se ha escrito e investigado, libros y libros, tesis doctorales y magistrales conferencias, sobre que es la Razón. Y a día de hoy, aún no estamos todos de acuerdo, al respecto.
Habermas considera que la razón es algo que sólo nos es dado a través del diálogo. La racionalidad reside en la organización, de una formación de la voluntad general no coaccionada, es decir, en el telos ('fin', 'objetivo' o 'propósito' en griego) de una intersubjetividad, exenta de toda coerción, de la comunicación.
En su obra “La teoría de la acción comunicativa”, el gran filósofo alemán nos explica que la idea de razón, haya su fundamento en la forma de reproducción, que caracteriza una especie animal dotada del lenguaje. En la medida en que efectuamos, de forma general, actos de lenguaje, nos vemos sometidos a los imperativos de la potencia sobre la que – bajo el venerable nombre de “razón” – nos gustaría basar la estructura de un discurso posible. En este sentido – añade Habermas – parece juicioso hablar de una relación inmanente a la verdad, que es inherente al proceso vital de la sociedad.
Fiesta de la diosa Razón
En el 14 Congreso alemán de filosofía, en su aportación bajo la denominación de “La unidad de la razón en el seno de la pluralidad de voces”, Habermas abogó a favor de un concepto de razón “modesto”, dosificando los márgenes de maniobra, en los muy diversos modos de vida individuales, susceptibles de cohabitar pacíficamente. A estos diversos modos de vida les asocia el término de “intersubjetividad intacta”, que presenta como “la anticipación de relaciones simétricas que permiten, en toda libertad, un reconocimiento recíproco”. A todo eso asocia el sentido moderno de un humanismo que, desde hace tiempo, ha encontrado su expresión, en la vida consciente de ella misma, de la realización del sí mismo autentico y de la autonomía. Pero humanismo que va más allá de la simple afirmación del sí mismo.
Pero no todo el mundo está de acuerdo en esto con Habermas. Por ejemplo Richard Rorty, el filósofo estadounidense, no cree que la razón comunicacional habermasiana, pueda ser considerada como un “don natural de los hombres”. Él la considera más bien como un “conjunto de prácticas sociales”. Pensar como Habermas, dice Rorty, que la razón es comunicacional y dialógica, sería remplazar la responsabilidad referida a otros seres humanos, por la responsabilidad con respecto a un criterio no humano.
Modestamente yo pienso, como otros tratadistas, que Habermas permanece fiel a la tradición filosófica que, literalmente, hace descansar sobre nosotros la idea de razón, en tanto que facultad humana vinculada, de una manera u otra, sobre la autentica realidad.
Pues eso.

Palma, Ca’n Pastilla a 16 de Febrero del 2019.

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