Leyendo a G.E. Moore

Leyendo a G.E. Moore
Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

jueves, 13 de junio de 2019

DESPUÉS DEL MARXISMO

“Es cierto que los fundamentos teóricos de la crítica marxista del capitalismo, han sido superados. Pero de lo que tenemos necesidad todavía hoy, y más que nunca, es de un análisis frío, de las repercusiones de nuestra organización económica sobre el mundo real, de las repercusiones que son al mismo tiempo productivas y destructivas, fuentes de liberación, pero también de desarraigo” (Jürgen Habermas “La normalidad de una República de Berlín”).
Desgraciadamente a día de hoy, todavía no podemos dejar de hacernos la pregunta: ¿Cómo evitar las formas de dominación y concepciones totalitarias en el mundo? Algunos de sus lectores somos muy conscientes, de que esta pregunta está en el corazón del proyecto teórico de Habermas, pero también en el cogollo de su compromiso intelectual. Su objetivo consiste en desarrollar una teoría de la democracia, basada en las normas. Al tiempo que propone una práctica de la democracia, susceptible de ser adoptada por la sociedad civil. Pero podemos preguntarnos: ¿Qué hay de su concepto de la democracia deliberativa, en su relación con el capitalismo? Sí, lo recuerdo: “Quien no escucha cuando se habla de capitalismo, debería también callarse respecto al tema del fascismo”.
Naturalmente Habermas no se ha callado nunca, respecto al tema del capitalismo, e incluso se enfrentó muy pronto, y muy especialmente, a la teoría del capitalismo de Marx, así como a su concepto de alienación. Se confrontó, por ejemplo, ya en un ensayo de 1954 titulado “La dialéctica de la racionalización”, del cual él mismo dijo, que prefiguraba lo futuros motivos de su teoría social. Se confrontó también, en el ensayo “Marx en perspectiva”, que data de 1955, y que demuestra hasta que punto Marx se engañó, atribuyendo a las fuerzas productivas, un potencial emancipatorio.
En la época de su colaboración con el Instituto de Investigación Social de Francfort, allá a mediados de los años cincuenta, Habermas redobla sus esfuerzos, para clarificar su relación con el materialismo histórico, así como con la teoría marxista del capitalismo. En esos años llegó a la conclusión, de que la autosuperación de la economía capitalista, que Marx había anunciado – una autosuperación que se producía a golpes de grandes crisis – no tenía en realidad nada de ineluctable. Ciertamente, Habermas se mantiene en la crítica marxista, del poder de disposición privada y unilateral, sobre la mano de obra y los medios de producción. E igualmente retiene las ideas de Marx, sobre las causas del reparto desigual de las rentas, así como sobre el carácter anárquico, de los procesos de autovalorización y de acumulación capitalista. Si embargo, muy pronto se distancia de la perspectiva economicista, que caracteriza el pensamiento de Marx.
“Si rompo con el análisis marxista tradicional – explica en 1978, en una entrevista con el sociólogo italiano Angelo Bolaffi – es porque no podemos ya hoy, cuando podemos recurrir a la crítica de la economía política, emitir predicciones precisas: sería necesario para esto, presuponer la autonomía de un sistema económico, que se reproduce por si mismo. No me es posible creer en ello. Precisamente por esta razón, porque las leyes del sistema económico, no son ya idénticas a las que había analizado Marx. Naturalmente, ello no significa que la influencia del sistema económico sea falsa, pero la versión ortodoxa de esta análisis, no puede pretender una autentica validez, a falta de haber tenido en cuenta, la influencia del sistema político”.
Habermas se había dedicado con cuidadosa atención, a analizar los procesos de transformación de las sociedades capitalistas. Lo que distinguía el capitalismo avanzado, del de finales del siglo XIX, era, por una parte, el reforzamiento de la actividad estatal dedicada a prevenir, en materia económica y social, las tendencias a las crisis; y, por otra parte, el hecho de que en la actualidad, se había producido una fusión de la técnica y la opresión. El crecimiento económico, de este modo, podía ser garantizado por progresos continuos en la investigación aplicada, y gracias a técnicas innovadoras que economizaran el tiempo de trabajo, reduciendo, desde el punto de vista del asalariado, dicho tiempo. La técnica y la ciencia, se convertían así, en la primera fuerza productiva, y la conciencia tecnocrática, devenía en una nueva ideología. De esta forma, deducía Habermas, dejaban de cumplirse “las condiciones de aplicación de la teoría marxista, del valor del trabajo”.
Estos análisis, en su momento, no convencieron a todos sus lectores o auditores, entre los cuales se encontraban marxistas como Ernst Bloch y Herbert Marcuse. Pero Habermas insistía: “La estabilización del sistema social capitalista de regulación estatal, depende del grado de lealtad de las masas, lealtad obtenida por medio de compensaciones sociales apolíticas (rentas o tiempo de descanso). Tal sistema no alcanzará una auténtica estabilización, como no sea a condición de que las masas, vean resueltas las condiciones prácticas que les garanticen, una vida mejor. Pero, por esta misma razón, el sistema social del capitalismo regulado estatalmente, descansa sobre una “base de legitimación muy débil”.
Prosiguiendo con su examen del capitalismo, Habermas intenta aportar una respuesta, mediante un diagnóstico más preciso, a las incertidumbres que ocasionan las oscilaciones – que por cierto había anunciado – del capitalismo avanzado, entre estabilidad relativa e inestabilidad potencial. Después de la fractura de la era social-liberal, ocurrida a inicios de los setenta, Habermas constata “problemas de legitimación en el capitalismo avanzado”. Dichos problemas, él los interpreta como un efecto secundario, de las sociedades modernas funcionalmente diferenciadas.
A mediados de los años setenta, todavía consagra un libro entero al materialismo histórico, “Después de Marx”. En el mismo, su reflexión lleva a desmontar y reconstruir, una vez más, el materialismo histórico, con el objetivo de fertizarlo nuevamente, poniéndolo al servicio de una teoría de la evolución social. También reitera su crítica central del materialismo histórico clásico, poniendo el acento sobre tres elementos de la teoría que, desde su punto de vista, son indefendibles: la primacía otorgada, al análisis de los procesos de acumulación capitalista; la dialéctica de las fuerzas productivas y las relaciones de producción; y la determinación de la superestructura por la base económica. “Estimo errónea, la tentativa de “deducir” las formas jurídicas y políticas, del Estado capitalista, partiendo de la circulación económica y, en definitiva, de la forma de la mercancía”.
Pues eso.

Palma. Ca’n Pastilla a 3 de Junio del 2019.


No hay comentarios:

Publicar un comentario