Leyendo a G.E. Moore

Leyendo a G.E. Moore
Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

jueves, 10 de octubre de 2019

ESPÍRITU "OBJETIVO" VERSUS ESPÍRITU "SUBJETIVO"

Es de sobra conocido, que la filosofía moral de Kant se funda en el “imperativo categórico”. Pero también sabemos por evidente, que la “fórmulas” del mismo, del imperativo, no representan un mandamiento moral, que pueda ponerse en el lugar de mandatos con contenido, como los de los “Diez Mandamientos” o los de “Las Tablas de la Ley”. Antes bien, semejante formula, correspondería a lo que Hegel llamaba “la razón que pone a prueba la ley”, y no significa que la vida moral consista, en su realidad moral, en la observancia de dicho mandato, de dicho imperativo.
La crítica guarda relación, y es lo que me parece que Hegel formuló con agudeza, con el hecho de que, por lo general, las situaciones del obrar moral, no se nos dan de tal modo, que poseamos la suficiente libertad interna, para semejante acto de reflexión. La situación en la que comúnmente se nos presenta la reflexión moral, es ya siempre una situación excepcional, una situación de conflicto entre el deber y nuestra inclinación, nuestra propensión. Es casi imposible reconocer, que en esto estribe la totalidad de los fenómenos morales. La moral tiene que ser otra cosa distinta, quizá lo que enunció Hegel, en una fórmula provocadoramente simple: “moralidad significa vivir según las costumbres de la propia nación”.
Prestemos atención a que semejante locución, contiene ya, implícitamente, el concepto hegeliano de “espíritu objetivo”. Lo que está en las costumbres de una nación, lo que está en el ordenamiento jurídico de la misma, lo que está en su constitución política, es un espíritu determinado que, sin embargo, no tiene reflejo adecuado, en ninguna conciencia subjetiva individual. En esa medida sería, sí, “espíritu objetivo”; espíritu que nos rodea a todos y frente al cual, ninguno de nosotros, posee una libertad deliberativa. Lo que en este concepto va implícito tiene pues, para Hegel, una significación central: el espíritu de la moralidad, el concepto del espíritu del pueblo. Toda la filosofía del derecho de Hegel, descansa en la superación del “espíritu subjetivo”.
El concepto de “espíritu objetivo”, tiene su origen en el concepto de espíritu, que proviene de la tradición cristina, es decir, en el concepto de “pneuma” (Espíritu Santo (Hagios Pneumatos) y Espíritu de Dios (pneuma ho Theos). Indica precisamente, esa comunidad que va más allá de las individualidades singulares. Hegel cita una expresión árabe: “Un hombre de la estirpe de Ur”. Modo oriental de hablar, que indica que, para los hombres que así hablan, un hombre particular no es un individuo, sino uno que pertenece a su estirpe.
Este concepto del “espíritu objetivo”, cuyas raíces se retrotraen tan lejos en la Antigüedad, encuentra en Hegel su justificación propiamente filosófica, al ser todavía el mismo, superado por lo que Hegel llama el “espíritu absoluto”. Con el mismo, significa Hegel una forma de espíritu, que no contiene ya en sí misma ninguna extrañeza, alteridad o contraposición, no como las costumbres, que pueden oponérsenos como lo que nos limita, o como las leyes del Estado, que restringen nuestro libre albedrío, al establecer prohibiciones. Aun cuando reconozcamos en general, que el orden legal es la representación de nuestro ser social común, es patente que el mismo nos pone trabas en forma de prohibición.
Es sabido, creo, que la pretensión de la propia filosofía hegeliana de la historia universal – en la cual se cumple su filosofía del espíritu – es la de conocer y reconocer, en la necesidad intrínseca de lo que sucede, incluso aquello que parece sobrevenir, como destino ajeno a los individuos. No obstante, semejante pretensión, vuelve a provocar por sí misma, la cuestión crítica de cómo ha de pensarse la relación, complicada y problemática, entre el “espíritu subjetivo” del individuo, y el “espíritu objetivo” que se manifiesta, cada vez en la historia universal.
Como se habrá ya entendido, es cuestión de cómo el individuo se relaciona con el mundo (en Hegel); de cómo el individuo se relaciona con los poderes morales, que son la realidad propiamente sustentadora de la vida histórica (en Droysen); o de cómo el individuo se encuentra frente a las relaciones de trabajo, la constitución básica de la sociedad humana (en Marx). Son tres cuestiones que podemos compendiar, en la única cuestión de saber donde ha de ocurrir, la reconciliación del espíritu “subjetivo” con el “objetivo”: si en el saber absoluto de la filosofía hegeliana, si en el trabajo sin descanso, del individuo de moral protestante (en el caso del historiador alemán Droysen), o si en la modificación de la constitución de la sociedad, en el caso de Marx.
Pues eso, ni más ni menos.


Palma. Ca’n Pastilla a 13 de Septiembre del 2019.


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