En una fecha tan próxima, como la del pasado año, Emilio Martínez Navarro, de la Universidad de Murcia, nos recordaba como la gran filósofa Adela Cortina, había ido elaborando su propia propuesta de filosofía política en uno de sus libros (“Justicia cordial”). Se trata de una propuesta que hunde sus raíces, en las aportaciones de la ética discursiva, de mis estimados Karl-Otto Apel y Jürgen Habermas, la noción hegeliana de “reconocimiento recíproco”, y algunos elementos valiosos, que proceden de la tradición filosófica de nuestro propio país, Ortega, Zubiri y Aranguren especialmente. A mi modesto entender, se trata de una propuesta original, atractiva y, sobre todo, viable.
Como creo que muchos recordaremos, al menos los que ya peinamos canas, en los años ochenta y noventa del pasado siglo, se llevó a cabo en España una interesante polémica, en torno a la renovación ideológica de la socialdemocracia, en la que participó de forma brillante la doctora Cortina.
En dicha polémica, frente a las propuestas de renovación de la socialdemocracia, que mantuvieron los partidarios de recurrir, casi exclusivamente, a la teoría de la justicia de Rawls, Cortina propuso la recuperación del modelo de “socialismo neokantiano”, que hunde sus raíces en autores como Karl Vorländer (neokantiano de Marburgo) y se prolonga en el socialismo clásico español, y en las aportaciones de Apel y Habermas.
A juicio de Cortina, la renovación que proponían sus interlocutores, centrada en un supuesto y vago “individualismo de izquierdas”, convertiría a la socialdemocracia en una opción tan cercana al liberalismo, que prácticamente quedaría diluida en él. Para Cortina, quien entienda el socialismo en la línea de Habermas “como una forma de vida que posibilita la autonomía y la autorrealización en solidaridad”, debería optar por un “personalismo solidario”, atento al carácter personal – autónomo – de los hombres, y a la solidaridad que constituye su elemento vital.
Adela Cortina insistía en que, si un partido político quisiera asumir, la tarea de encarnar una moral racional crítica, que acoge en su seno lecciones de las tradiciones liberales y socialistas, tendría que admitir que no basta con un pretendido “individualismo cooperativo”, sino que es preciso formar a las personas en la “autonomía solidaria”, evitando caer en un colectivismo homogeneizador, o bien en un individualismo carente de toda base racional. De este modo, una socialdemocracia que se precie, levantaría la bandera de una solidaridad consecuente, que no se quede en meras declaraciones retóricas, para las campañas electorales.
Ahora bien, pensamos algunos, la profundización de la democracia, en la que consistiría una socialdemocracia con futuro, no estriba en extender el mecanismo de las votaciones y la regla de las mayorías, a los diferentes ámbitos de la vida social – tal como pretenden los partidarios de una democracia asamblearia - sino en construir una sociedad, en la que se promueva la ética de las instituciones, teniendo muy presente los fines de la organizaciones e instituciones, que conforman la compleja vida social contemporánea. Se trata, más bien, de profundizar en los fines propios de todas y cada una, de dichas organizaciones e instituciones, los fines por los que cobran sentido su existencia.
De ahí que el fomento de las éticas aplicadas, sea uno de los pilares fundamentales, de las propuestas ético-políticas de la doctora Cortina. No se trata únicamente, de que la ética sea el núcleo de la política socialdemócrata (lo que plantaría algunos problemas con las tesis de Weber), sino que también ha de ser el núcleo de la actividad económica y empresarial, de la actividad sanitaria, de la educativa, de las profesionales, y de todas las demás actividades legítimas, que conforman la vida social.
![]() |
Emilio Martínez Navarro |
En resumen, y a mi modo de verlo, la doctora Cortina ha elaborado una propuesta de renovación de la socialdemocracia, que insiste en el carácter ético que ha de tener, una política que aspire a ganarse el respeto y la legitimidad del presente y del futuro, tanto en sus bases teóricas – que han de estar bien ancladas en la defensa de la dignidad innegociable de todas las personas, especialmente de las más vulnerables – como en sus propuestas prácticas – que no han de confundir la democratización de la sociedad, con la extrapolación ilegítima y homogeneizadora de la regla de la mayoría – como también, y especialmente, en la necesaria coherencia entre la teoría y la praxis.
Pues eso.
Palma. Ca’n Pastilla a 31 de Agosto del 2019.
No hay comentarios:
Publicar un comentario