Leyendo a G.E. Moore

Leyendo a G.E. Moore
Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

jueves, 5 de marzo de 2020

NO HAY EXCUSA EN LA EXISTENCIA

A principios de octubre de 1922, Martín Heidegger envió a las universidades de Marburgo y Gotinga, su solicitud de una plaza de profesor, junto con un estudio titulado “Interpretaciones fenomenológicas de Aristóteles. Indicación de la situación hermenéutica”.
En él trata Heidegger, una vez más, pero quizá de manera más clara e insistente, de la pregunta acerca de en qué puede consistir, la verdadera tarea de la filosofía. “El objeto de la investigación filosófica, es la existencia humana (“mensch-liches Dasein”) en tanto que se interroga, acerca de su carácter ontológico”.
Según Wolfram Eilenberger en su obra “Tiempo de Magos”, es la primera vez que aparece en un texto de Heidegger, el concepto clave de “Dasein” (“Da-Sein”. “ser-ahí”) entendido como forma específicamente humana, de ser interpelado y desafiado por este mundo en todo momento.
Filosofar sería, en este sentido, un proceso de interrogación, de incesante autoaclaración. Pero, con la innovación conceptual del Dasein, se presupone expresamente la imposibilidad de delegar esta tarea: cada uno para sí, cada uno en su lugar y en su tiempo. No hay excusa en la existencia. En todo caso, por lo menos, no la hay en la existencia filosófica. “La existencia fáctica siempre es, sea la que sea, solo la propia, no el ser en general de una humanidad en general”.
Martin Heidegger
Naturalmente, este proceso tan incómodo y, sobre todo, de resultados inciertos, de cada Dasein, puede ser rehuido o desviado. La existencia humana no sería humana, es decir, no sería libre, si no se le abriera esa posibilidad. Heidegger elige, para la omisión más o menos consciente de esta posibilidad (por cierto, igual que Wittgenstein) el término saturado teológicamente, de “caída”, en el sentido de “decaer”. Una situación lamentable, aunque demasiado corriente según Heidegger.
Para Heidegger, la tendencia a decaer de la gran mayoría, no se debería, por ejemplo, a capacidades intelectuales insuficientes. Sino más bien, a una tendencia a la comodidad existencial. Sencillamente ocurre que la mayoría de los seres humanos, prefieren evitar, durante toda su vida, buscarse en serio a sí mismos. Esta forma consciente de evitarse uno a sí mismo, no tiene porque ser ni particularmente dolorosa, ni desagradable. De hecho, es sin duda el modo más seguro y, en su sentido más banal, más feliz y gratificante de existencia.
Pero eso, evidentemente, hace que uno nunca llegue a ser de verdad, quien es o podría ser. Nos coloca en una vida de indiferencia voluntaria y duradera, hacia nosotros mismos, concentrando nuestro interés, en cosas que no son verdaderamente importantes y vitalizadoras. Según Heidegger: en el terreno de lo material, de los bienes corrientes de consumo; en el ámbito social, la carrera profesional; en la esfera del diálogo, la amistad sin auténtica comunicación, y el matrimonio rutinario y sin amor; en la vida religiosa, una fe recibida sin verdadera experiencia de Dios; en el dominio del lenguaje, el empleo incesante e irreflexivo de lugares comunes y frases hechas, que todo el mundo tiene en la boca y se suelen considerar acertados; y en el terreno del estudio, el planteamiento de cuestiones para las cuales se cree conocer ya, con seguridad, la respuesta.
Esto, por supuesto, no va con Heidegger. Él percibe otra interpelación, de su mundo circundante. Y emprende, nada menos, que una crítica fundamental de todos aquellos conceptos, categorías y fijaciones, que han guiado durante dos mil quinientos años (más o menos desde los tiempos de Aristóteles) la reflexión del ser humano sobre su existencia específica. Y en sus “Interpretaciones fenomenológicas de Aristóteles”, explica que ese franco cuestionamiento, tiene que abocar a una completa destrucción y a la sustitución, de esos conceptos y categorías.
Heidegger se presenta ya, en ese su primer texto verdaderamente independiente, como una especie de bola de demolición conceptual, cuyo efecto destructor persigue el objetivo, de dejar de nuevo despejada, la vista hacia el campo desfigurado y sobreedificado, de la pregunta por la existencia.
Pues eso.

Palma. Ca’n Pastilla a 18 de Enero del 2020.


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