Leyendo a G.E. Moore

Leyendo a G.E. Moore
Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

jueves, 2 de julio de 2020

EL ARTE Y LA CIENCIA MODERNOS

Parece que Picasso quedó muy impresionado, por una estatuilla que había comprado Henri Matisse, representativa del arte africano. Y los críticos sostienen la opinión que dicha estatuilla, le sirvió de inspiración para sus famosas “Les demoiselles d’Avignon”.
Mucho más tarde, Picasso refirió al escritor y ministro de cultura francés André Malraux, lo que sucedió después:
“Aquel día, completamente sólo en ese horrible Museo del Trocadero, rodeado de máscaras, muñecas confeccionadas por los pieles rojas, y maniquíes polvorientos, debieron acudir a mi mente “Les demoiselles d’Avignon”. Las piezas elaboradas por pueblos negros eran “intercesseurs” (mediadores). Desde entonces, nunca he olvidado la palabra en francés. Estaban en contra de todo: contra los espíritus desconocidos y amenazantes… Entonces lo entendí todo: yo también estoy en contra de todo ¡Yo también creo que todo es desconocido, que todo es un enemigo! Todos los fetiches se usaban para lo mismo. Eran armas que la gente usaba, para evitar caer de nuevo bajo la influencia de los espíritus, para recobrar la independencia. Son herramientas. Si somos capaces de darle forma a los espíritus, nos haremos independientes. Los espíritus, el inconsciente (la gente aún no hablaba demasiado de esto) la emoción, todo es lo mismo. Entonces entendí por qué era pintor”.
Cezanne
En esas palabras aparecen amalgamados Darwin, Freud, Frazer y Henri Bergson. También hay algo de Nietzsche, en ciertas de las expresiones tan reveladoras como nihilistas: “todo es un enemigo”… “eran armas”. Sí, “Les demoiselles d’Avignon” constituyó un ataque, a todas las ideas artísticas previas. Era modernista, en el sentido de que pretendía ser tan destructiva como creativa, escandalosa, deliberadamente fea (dijo algún crítico) e innegablemente tosca. La genialidad de Picasso, sin embargo, yace en el hecho de haber logrado al mismo tiempo, que el cuadro fuera irresistible.
Las cinco mujeres aparecen desnudas, muy maquilladas, de manera que hacen evidente por completo, su condición de prostitutas en un burdel. Sus rostros son máscaras primitivas, que ponen de relieve las semejanzas y diferencias, entre los pueblos llamados primitivos y los civilizados. Picasso ponía así en tela de juicio, las concepciones de occidente, acerca de la belleza en sí.
Las imágenes de Picasso no dejaron a nadie indiferente. El cuadro hizo que Georges Braque, se sintiese “como si alguien estuviese bebiendo gasolina y escupiendo fuego”, lo cual no es un comentario del todo negativo, pues hace referencia a una explosión de energía. Pero al menos Braque, se dio cuenta de que la pintura se fundaba en Cezanne, pero añadía ideas propias del siglo XX, de igual manera que Schoenberg, se basó en Wagner y Strauss.
Cezanne, que había muerto el año anterior, no logró que se reconociera su obra hasta el final de su vida. Gran parte de su obra, vio la luz en el siglo XIX, pero las que conforman su última gran serie, “Bañistas”, están realizadas entre 1904 y 1905, durante los mismos meses en que preparaba Einstein, la publicación de sus tres trabajos más relevantes, acerca de la relatividad, el movimiento browniano y la teoría cuántica. Es decir, que el arte moderno y buena parte de la ciencia moderna, fueron concebidos exactamente, en el mismo momento. Por otra parte, Cezanne capturaba la esencia de un paisaje, o de un cuenco de fruta, mediante manchas de color – o cuantos – en estrecha relación unas con otras, pero sin que “ninguna de ellas correspondiese con exactitud a lo representado”. Al igual que sucede en la relación que se establece, entre los electrones y átomos y la materia, que giran alrededor de un espacio en gran parte vacío. Cezanne reveló lo que hay de trémulo e incierto, bajo la sólida realidad.
Picasso
“Nunca decidí hacerme pintor, de igual manera que nunca decidí empezar a respirar. No recuerdo haber hecho una elección”, dijo en una ocasión Georges Braque. En 1906 expuso sus cuadros por primera vez, en el “Salon des Indépendants”. Y en 1907, su obra ya tenía un lugar al lado de la de Matisse. Se había hecho tan famoso, que no era difícil vender sus obras, a medida que las iba produciendo. Pero a pesar de su éxito, cuando vio “Les demoiselles d’Avignon”, tuvo muy claro que ese era el camino que debía seguir, y no dudó en cambiar de rumbo. Durante dos años, a medida que avanzaba el cubismo, Picasso y Braque vivieron prácticamente pegados el uno al otro, pensando y trabajando como una sola persona. “Las cosas que nos dijimos durante esos años Picasso y yo – dijo más tarde Braque – nunca se volverán a decir, y si se dijeran, nadie sería ya capaz de entenderlas. Éramos como dos montañeros, atados a la misma cuerda”.
El marchante de arte alemán Daniel Henry Kahnweiler, se sintió tan atraído por las obras de Braque, que no dudó en organizar una muestra de sus paisajes, en su galería de la calle Vignon, en noviembre de 1908. Entre los invitados se hallaba Louis Vauxcelles. En la reseña que escribió de la exposición, tuvo una frase ingeniosa, acerca de lo que había visto. En su opinión, Braque había reducido todo a “pequeños cubos”. Así nació el cubismo.
Como movimiento artístico, el cubismo duró – como habría dicho la historiadora Barbara Tuchman – "hasta que los cañones de agosto de 1914", anunciaron el inicio de la Primera Guerra Mundial. Braque participo en la contienda y fue herido, tras lo cual, la relación entre él y Picasso no volvió a ser igual. A diferencia de “Les demoiselles”, que pretendía escandalizar, el cubismo resultaba un arte más tranquilo, más reflexivo. “Nos sumergimos en lo que pensábamos que era una búsqueda de la personalidad anónima. Estábamos dispuestos a borrar nuestras propias personalidades, con tal de dar con la originalidad”, dijo Braque. Seguramente por esa razón, las obras cubistas, pronto empezaron a firmarse en el envés, con la intención de mantener el anonimato, y evitar que la imágenes se contaminasen, de la personalidad del autor (pura mecánica cuántica).
Braque
Desde el punto de vista histórico, la importancia de cubismo es fundamental, pues constituye el principal eje del arte del siglo XX. La culminación de un proceso que tuvo su origen en el impresionismo. Y también el movimiento que marcó el camino, hacia la abstracción. Ya hemos dicho, que las grandes obras de Cezanne, vieron la luz en los mismos meses en que Einstein, preparaba sus principales teorías. Todo el cambio, que estaba experimentando el arte, era un reflejo del cambio científico. Los dos ámbitos estaban llevando a cabo, una búsqueda de las unidades fundamentales, de una realidad más profunda, capaz de producir nuevas formas. Paradójicamente, esto llevó en el plano artístico, a una pintura en la que la “ausencia” de forma, resultó igualmente liberadora.
A Wassily Kandinsky, su faceta mística lo hacía propenso a exagerar algunos acontecimientos, como sucedió con el descubrimiento del electrón. “El derrumbamiento del átomo equivalió, en mi alma, al derrumbamiento del mundo al completo. De pronto se desmoronaron los muros más sólidos. Todo se volvió incierto, precario e insustancial”. ¿Todo?
Pues eso.

Palma. Ca’n Pastilla a 26 de Junio del 2020



No hay comentarios:

Publicar un comentario