Leyendo a G.E. Moore

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Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

sábado, 9 de enero de 2016

Los enemigos de la Modernidad

El ensayista y profesor universitario Ignasi Boada, acaba de publicar un nuevo libro “Els límits del nostre món” en Papers d’Estudi. En el mismo narra la genealogía de la Modernidad, desde su aparición hasta nuestros días, y cuyo punto de llegada ya se anuncia en el subtítulo del libro: “La insuperable fragilitat de la raó moderna”. Parece que la Modernidad, la Ilustración, se hubiera puesto de moda, al menos en círculos intelectuales, pues de Anthony Pagden también acaba de publicarse un nuevo libro, del cual escribiré un día de estos: “La Ilustración. Y por qué sigue siendo importante para nosotros” (Alianza), que es una continuación del muy conocido de este mismo autor: “La Ilustración y sus enemigos”.
Ignasi Boada
Nos explica Boada como las llamadas “guerras de religión” (un periodo de más cien años, a caballo de los siglos XVII y XVIII) luchas fanáticas para imponer verdades irreconciliables, dejaron al descubierto la incapacidad de las religiones, para guiar las inquietudes morales y espirituales del continente. Indicaron claramente que la verdad, ya no se podía ir a buscar entre las confesiones en pugna, que habían demostrado no ser sino máquinas de odio y destrucción. Y en este terrible discurrir por la incertidumbre, el racionalismo encontró su momento histórico. La posibilidad de abordar el conocimiento con las herramientas del empirismo, la deducción y las matemáticas, fue adquiriendo un prestigio creciente en la búsqueda de una moral emancipatoria del dogma, y en la concepción de una teología que libera a Dios, del peso de intervenir en los asuntos terrenales y permite, en consecuencia, la exploración de un conocimiento positivo, independiente de la revelación. No olvidemos que el siglo XVII, el de Hobbes, Locke, Descartes, Pascal y Leibnitz, es también el siglo en que la consciencia individual llega a su estado de madurez y, también, el siglo en qué, en la obra de Isaac Newton, la ciencia hará valer su autoridad para dar cuenta de los fenómenos naturales. Todo este movimiento despeja el camino hacia la Ilustración, establece los fundamentos del Estado de derecho, y conduce a un mundo nuevo, regido por la confianza absoluta en la razón, y en el pensamiento científico que de la misma deriva.
Pero la Modernidad, que ha proporcionado al mundo occidental, las herramientas para construirse, ha tenido desde sus orígenes, críticos, detractores y enemigos mortales, que han puesto en evidencia sus puntos débiles. Algunos de estos enemigos surgen de sus propias entrañas: la razón, desprovista de una reflexión profunda sobre los fundamentos y las consecuencias de sus actos, llevó a Auschwitz y al gulag.
En nuestro tiempo, el principal enemigo de la Modernidad es el hombre exigente y despreocupado, que nos descubrió Ortega y Gasset en “La rebelión de las masas” (1929) y que, ya en el siglo XXI, provisto de todos los juguetes tecnológicos del presente, puede enriquecer su afán de despreocuparse de las cosas, desviando continuamente la atención. Los ilustrados estaban convencidos de que accediendo a la educación y a la información, se crearían ciudadanos capaces de garantizar la democracia, pero el primer requisito no ha sabido hacer frente de modo conveniente, a la hipertrofia del segundo: si hace trecientos años, el problema era el de cómo hacer circular la información, ahora el problema es como detener el torrente de información inútil, que tiene ocupados a los ciudadanos las veinticuatro horas del día. Como escribe Boada, no hay fast-thinking. Ni la cultura de la imagen, ni la avalancha de los mensajes digitales, pueden sustituir el discurso verbal como fuente del pensamiento crítico, y sin el pensamiento crítico nos volvemos a condenar a la destrucción. Pues eso.

Palma. Ca’n Pastilla a 31 de Diciembre del 2015.


3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Hola Emilio,

    Tu entrada de hoy me parece que va al meollo de muchas cosas que suceden hoy día. Tu escrito apunta al sempiterno debate acerca de si el proyecto ilustrado,que es ideal de emancipación y libertad, puede tener cabida en un mundo "líquido". Creo que las ideas clave que aparecen en tu texto ( ilustración, emancipación del dogma, hombre-masa, fast-thinking sobreinformación) están estrechamente ligadas con lo que ha venido llamándose la posmodernidad. En filosofía se suele hablar de posmodernidad como el fin de los "metarrelatos" (Lyotard), o, como el fin de un logos universal - la muerte de Dios, como diría Nietzsche-. La posmodernidad como desencantamiento del mundo ha afectado y trastocado, ante todo, los valores culturales. Yendo al grano: diría que el problema que tú señalas, el de cómo "detener el torrente de información inútil" responde al clima cultural propio de la posmodernidad. Algunos de los rasgos característicos de este clima cultural son, entre otros, el relativismo cultural, el escepticismo moral y el individualismo onanista. En definitiva, los valores de las Luces son totalmente opuestos a los dis-valores de esta "modernidad líquida"

    Hoy día, una de las paradojas que trae consigo el fenómeno de la sobreinformación consiste en el hecho de que somos la generación con más posibilidades de acceder a la información y al conocimiento de la historia, y que , a la vez, sigamos siendo una generación crédula y degenerada en el papanatismo dogmático. Basta con asomarse a esos vomitorios virtuales para percatarse de que la opinión pública sobre la mayoría de los asuntos que tienen la mayoría de las sociedades occidentales, sobre todo en el de los asuntos importantes, es muy deficiente.Por eso creo que el "todo vale" del relativismo moral ha degenerado de tal manera a la OPINIÓN PÚBLICA (en el sentido más kantiano e ilustradísimo del término)que hoy día casi todo debate se ha convertido en una eterna logomaquia entre ideologías.

    Tomo nota del libro de Boada. No sólo por lo que comentas, sino por al tema tan interesante al que apunta el propio título del libro " la insuperable fragilitat de la raó moderna".

    Un abrazo Emilio

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    1. Gracias mil por tu comentario Carlos. Justamente porque la posmodernidad, intenta afianzarse en este mundo "líquido", en el que algunos intentamos sobrevivir (relativismo, escepticismo, individualismo...)últimamente me intereso mucho por la Ilustración,la Modernidad, en un ¿vano? intento, de defender la vigencia de sus postulados, en la linea de Habermas.
      Un acriñoso abrazo,

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